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Diatribas: La Cultura en la República del Narco

O título deste texto é o do blog de seu autor, de onde foi retirado: Umberto Cobo é um poeta e blogueiro contemporâneo colombiano, que com seu blog presta um serviço de utilidade pública ao descrever as relações entre Estado, agentes culturais, artistas e poetas no país próximo. O texto narra a recente ascenção de notórios poetas colombianos outrora da oposição política à esquerda rumo às esferas oficiais, com destaque para o famoso festival de poesia de Medellín.1

Hace más de quince años María Mercedes Carranza Coronado y otros varios poetas2que se encontraban marginados de los poderes del Frente Nacional por haber venido militando en la “izquierda”,3 pero que deseaban ocupar algún espacio en la vida social y/o cargos de representación popular, como los que habían tenido numerosos intelectuales que ejercían la poesía como lustre, o que a partir del éxito como rapsodas, alcanzaron lugares de preeminencia en la administración pública o la diplomacia, recibieron el apoyo de políticos conservadores como Belisario Betancur o Ernesto Samper Pizano, en el caso de Carranza, o Juan Gómez Martínez,4 Omar Flórez Vélez,5 Luis Alfredo Ramos,6 Sergio Naranjo,7 Luis Pérez Gutiérrez8 y Sergio Fajardo9 para el Festival de Medellín o Fernando Rendón Merino, entre 1988 y 2007. Se cumplía, con estas alianzas entre políticos e intelectuales que se decían poetas, con ese doble fin de conseguir votos para los políticos activos y acumular ganancias para el futuro de los líderes pichones.

En esta ocasión el motivo no pudo ser otro que el auge de la violencia narcoterrorista financiada por los carteles de la droga que se sentían traicionados por sus compañeros de viaje como Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur, dos de los cinco presidentes que la corrupción y la mafia eligieron en Colombia. María Mercedes, como algunos de los otros poetas, eran herederos no sólo del falangismo de sus padres Eduardo Carranza y Juan Roca Lemus, “Rubayata” el racista autor de El camino de Damasco, contra los descendientes de árabes nacidos en Colombia, sino del Nadaísmo. De esa doctrina, practicada y continuada desde mediados del siglo pasado por intelectuales que aspiran a políticos y que Jorge Gaitán Durán describió, lucidamente, en la Revolución invisible de 1959:

No podía esperarse otra cosa de un ambiente en donde para hacer carrera hay necesidad de cumplir inexorablemente ciertos requisitos de servilismo, adulación e hipocresía y donde ingenuamente las gentes confunden estos trámites, esta ascensión exacta y previsible, con la política. Sin duda el fenómeno del arribismo se produce en todas partes y no sólo en el ajetreo electoral, sino también en la vida económica y en la vida cultural, pero aquí ha tomado en los últimos tiempos características exacerbadas y mórbidas, cuyo estudio sería interesante y tendría quizás que empezar por la influencia que la aguda crisis de estructura del país y consiguientemente de los partidos políticos ejerce sobre el trato social, sobre la comunicación en la existencia cotidiana. Resulta significativa la frase que un político de las nuevas generaciones usa a menudo: Voy a cometer mi acto diario de abyección, fórmula que exhibe la decisión -en otros casos furtivamente de obtener a todo trance un puesto de ministro, de parlamentario, de orientador de la opinión pública, en fin, de ser alguien, de parecer. Su humor es una coartada; intenta cubrir el desarrollo ético con el confort ambiguo y efímero del lenguaje. Se trata de un sorelismo ciego y satisfecho, cuyos objetivos dependen de algún destino ajeno e imperial. El oportunismo de Julián Sorel es lúcido, torturado, solitario y más eficaz a la larga. En nuestra América el héroe empeñoso de Rojo y Negro hubiera llegado a ser presidente de la república.

En Mayo de 1989, siendo alcalde de Medellín Gómez Martínez, durante el primer año de gobierno del autista Virgilio Barco y a escasos dos meses del asesinato de quien iba a ser Presidente de Colombia y haría primera Ministra de Cultura del Nuevo Ministerio de Cultura que crearía Luis Carlos Galán, para cuya campaña y la suya propia promovía desde Casa Silva un evento titulado La poesía tiene la palabra, que entre otras cosas eligió, por voto popular [sic] ese año, como Mejor Poeta de Colombia, a Darío Jaramillo Agudelo − el desde ya entonces Gerente Cultural del Banco de la República, cargo en el cual permanece, María Mercedes Carranza, la hija del cantor de Teresa y el “salvo mi corazón todo está bien”, vendió a los ambiciosos y mesiánicos vates metrallenses la idea de que la poesía era el utensilio idóneo para hacerse elegir a cualquier cosa.10 Por algo ella iba a ser la Primera Ministra de Cultura del Gobierno del Nuevo Liberalismo. Pero Luis Carlos Galán fue asesinado, en uno de los más sofisticados complots de la mafia criolla y saldría electo el impredecible César Gaviria Trujillo, para quien la cultura es harina de otro costal y María Mercedes hubo de acogerse al consejo siempre sabio de Belisario Betancur y aceptar, de manos de los ya para entonces también asesores de Fernando Rendón, Juan Manuel Roca Vidales11 y José Mario Arbeláez Ramos, alias Jotamario,12 la candidatura del movimiento guerrillero M-19 a la Constituyente de 1991, donde se abolió la extradición con el único, precisamente, voto negativo de ella, María Mercedes Carranza Coronado, quien tanto había amado, idolatrado y seguido a Luis Carlos Galán, el más puro entre los puros y enemigo acérrimo, no sólo de la mafia del narcotráfico, sino de los corruptos miembros de su Partido Liberal y del Llerismo, donde había militado al lado de la recién elegida − poetisa constituyente − por el Comandante Papito.

Mientras María Mercedes Carranza Coronado hacía de la poesía, en Bogotá, el instrumento para llegar al Ministerio de Cultura, poniendo la poesía al servicio de la derecha, primero de la mano de Belisario Betancur y luego de Ernesto Samper Pizano [discípulo aplicado de Betancur y López Michelsen], quien crearía el Ministerio pero nombraría a un empleado de Fanny Mickey viuda de Martínez, la mujer de candilejas más rica del mundo, Fernando Rendón Merino levantaría, con pulso de hierro y traicionando a casi todos sus colaboradores, una estructura típicamente pandillera para gerenciar la poesía colombiana.

Nada hay más Oficial en Colombia que estas dos instituciones: La Casa de Poesía Silva y el Festival de Poesía de Medellín, beneficiadas con enormes sumas de dinero provenientes de los Ministerios de Cultura, Educación, de las Secretarías de Cultura de los Departamentos donde actúan y de las Embajadas extranjeras que los apoyan, cuando no de un grueso numero de ONG y Fundaciones. En ambos casos son cientos de millones de pesos los que han recibido en sus lustros de existencia.

Según un informe del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá, dirigido a quien esto suscribe, la llamada Casa de Silva, ahora de Gómez Valderrama, ha recibido, entre los años 1998 y 2005 la bicoca de $ 3.870.096.355.oo., tres mil ochocientos setenta mil millones noventa y seis mil trescientos cincuenta y cinco pesos. Noticias de los últimos doce años, cuando “menos” dinero ha recibido la tal casa de poesía de parte del distrito capital. No hay datos, según informan, de los años que van desde 1986 hasta 1998, otros doce años. Y faltan los del Ministerio de Cultura y los que nunca sabremos, de la empresa privada, que en últimas es también dinero público.

Igual cosa sucede con el Festival de Poesía de Medellín, cuyas enormes sumas de dinero recibidas desde tantos orígenes siguen siendo secretas para el grueso del público porque nadie se atreve a obligar a Fernando Rendón a divulgarlas, a pesar de los sucesivos cuestionamientos que en la prensa y la radio se le hacen, porque Rendón acude a la intimidación, el chantaje y la amenaza, como bien han demostrado en un artículo titulado No hay paraíso sin serpiente, Ángela Rendón, Sergio Hurtado y otros para La Urbe, de Medellín, del 11 de Junio de 2001, donde sostienen que:

Es necesario que la opinión pública conozca que Fernando Rendón, quien hoy se erige a sí mismo como vocero y defensor del pueblo, es el mismo que dedicó todos sus esfuerzos a buscar citas con las directivas de la universidad ante las cuales denunció y acusó de calumnia a uno de sus contradictores, apelando a un lenguaje de guerra y en contra de algunos de sus miembros más débiles, en un acto de ruindad sin medida. Él es la misma persona cuyas estrategias de gestión y promoción prenden una vela a Dios y otra al Diablo y nos vende la idea de que la poesía es el nuevo Mesías que nos salvará de la catástrofe y que él y sus poetas invitados son sus mensajeros.

Testimonios que repiten quienes han sido sus empleados o sus cercanos colaboradores o simplemente poetas de su desagrado como, José Manuel Arango, alma bendita, a quien por no acompañarle en sus propósitos politiqueros, estigmatizó diciendo que había sido condecorado por el gobernador de Antioquia y hoy presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, convertido para su imaginario farciano en bestia apocalíptica, con calificativos como que José Manuel Arango era el “consueta oficial del régimen” y el “poeta del silencio”, a lo que el gran escritor, hoy fallecido, respondió:

En cuanto a la “condición de intelectual oficial” que me atribuye: parece que según el señor Rendón un escritor que recibe un premio se convierte en “intelectual oficial”, mientras que él, que acepta cada año dineros de organismos públicos y de empresas privadas y apoyos de embajadas y gobiernos, que dirige una institución, que nombra a dedo (de entre los de su camarilla, desde luego) a los que irán a representar la poesía de nuestro país en los festivales que se celebran por el mundo, él sin embargo puede mantenerse milagrosamente al margen y por fuera de la “oficialidad cultural y académica” y de los “círculos del poder”. No sé cuál es la singular idea de poder que maneja el señor Rendón. En todo caso parece que no le basta con el que ya tiene y lo quiere absoluto, puesto que no tolera criticas, y acude a tergiversaciones, acusaciones y hasta amenazas contra los que se atreven a ver deficiencias o vicios en su festival.

O el trato vejatorio a que sometió al poeta Gabriel Jaime Caro, por defender las causas y derechos de los homosexuales, o el otro caso, cuando a raíz del holocausto de los Diputados del Valle del Cauca, y la expedición de una carta, firmada por él mismo más de ochocientas veces, que propalaba la siniestra tesis de las Fuerzas Armadas de la Revolución Colombiana [FARC] de la “combinación de todas las formas de lucha” contra el estado legítimamente constituido de nuestra república, alguien se negara a suscribirla, decidió por propia iniciativa ultrajarle diciendo que “pensaba con el culo” y era un “Sapo Uribista” etc., etc.

Sin contar los atropellos autocráticos que él y sus allegados han prodigado durante años a sus empleados, obligándoles a militar en el partido de las jefaturas y ante el rechazo y la no obediencia de estos, los despidos injustificados y la no cancelación de indemnizaciones causadas.

Porque Fernando Rendón Merino, el poeta mas traducido de la historia, [su faena puede leerse en un centenar y medio de lenguas], hijo de un periodista y agente de viajes Rutasa aficionado al anisado, que prácticamente hizo sus estudios vendiendo Voz Proletaria en Jardín Clarita, un billar del Barrio Buenos Aires de Medellín, mientras iba y venía como un perdido entre el Bar Astral y la Puerta Inglesa, es la viva imagen, pero asustadiza y ladina, de esa infame índole de Montagues & Capulets que creó el Frente Nacional cuyos más fatuos representantes son Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, a la diestra, y Gilberto y Miguel Rodríguez, a la siniestra, con sus Golem Macaco, Jorge 40, Gordo Lindo, Jonás, Chepe y/o Alfonso Cano, Iván Márquez, Mono Jojoy, Fabián Ramírez o Timochenko, tutelados desde los abismos del mal por la Terna de los Caínes Castaño.

Una de las tesis que Fernando Rendón Merino defiende con obstinación, a fin de someter los presupuestos públicos a sus intereses, es que él ofrece al respetable un espectáculo que alivia la nación de los efectos de la violencia y debe conducirla por los caminos de la paz y la reconciliación entre la delincuencia política armada y la sociedad civil, la gran víctima de los facinerosos. Tesis falaz y macabra, porque es precisamente la existencia del conflicto lo único que garantiza la perpetuidad de una “famiempresa” como la que él gerencia.

Según sus propios balances, publicados en su página digital, desde su creación en 1991, Prometeo Inc., ha presentado a través del Festival de Poesía de Medellín unos “747 poetas de 131 países, para un total de 906 lecturas de poemas en más de 60 idiomas y dialectos”. Según el gerente de Prometeo Inc., mientras en el primero declamaron “13 bardos para 800 personas, en el último lo hicieron 74” para algo más de un centenar de miles de espectadores.

Lo cual nada significa y nada garantiza y no deja de ser mera estadística. Porque lo cierto es que ni en Medellín ni en Colombia ha crecido la tasa de lectura de poesía ni han surgido poetas en abundancia con la calidad y frecuencia con que nacieron en los años anteriores al Frente Nacional, cuando la historia y la literatura fueron abolidas de los programas educativos de las escuelas y colegios públicos. Porque como ha dicho en varias ocasiones el Poeta Oficial13 Juan Manuel Roca Vidales, el Festival de Poesía de Medellín no puede cambiar la pobreza de la poesía colombiana porque sus actos son episódicos, para un público que atienden por hambre o desolación los espectáculos que le ofrece un variopinto desfile de hombres y mujeres venidas de otro mundo que gritan o cantan o murmuran de lenguas incomprensibles. “Jorge Barón, ha dicho Juan Manuel Roca Vidales, reúne más gente que el Festival de Poesía y en vez de dar poesía da agüita a su gente y sin embargo eso nada significa para la cultura”. O quizás digo yo, signifique mucho más que el Festival, porque los cantantes que presenta Barón si son expresión de los sentimientos de angustia o amor o venganza de los desplazados o la clase obrera y el campesinado que padece la violencia guerrillera y paramilitar. Y agrega Roca Vidales:14

Me resulta repugnante la idea de que la poesía deba ser la salvadora del mundo. La poesía no tiene que salvar nada porque no es la Cruz Roja del espíritu. Fastidia el mesianismo, lo mismo que el carácter macro que le imprimen: se cuentan los poetas, los países, las lenguas y hasta el público como si fueran unidades de penicilina. Los organizadores tendrían que cambiar el discurso cuando señalan el festival como una panacea para todos los males. Sus declaraciones son las mismas año tras año. La arrogancia es mala consejera, las críticas son las que mejoran cualquier evento.

Y otra vez José Manuel Arango:

El Festival de Poesía tiene más aspectos negativos que positivos. Y el proble­ma no está en si la poesía debe leerse públicamente o no. Hay poe­mas y poetas que se prestan a la lectura pública, otros no. El problema no es ese. Se trata de otros aspectos del festival. Por ejemplo, se preocu­pan más por la cantidad que por la calidad, importa mucho más el número de poetas participantes, de países, mientras más lejos queden, mejor, traídos sin ningún criterio. Sería mejor que en vez de 70 poetas trajeran 10 buenos, y eso les serviría más a los jóvenes que van a oírlos.Por otra parte, y esto ha sido muy negativo para la poesía colombiana, como se invita poetas de todo el mundo, se reciben invitaciones de todo el mundo. Pero a los orga­nizadores no se les ocurre enviar en representación de Colombia a poetas como Fernando Charry Lara, o Jaime Jaramillo Escobar o Giovanni Quessep o Elkin Restrepo, o Ignacio Escobar, no, van ellos, los 5 ó 6 que controlan el Festival. Y no van como organizadores de festivales sino como poetas. Si el Festival estuviera en manos de una institución, una uni­versidad por ejemplo, se podría distin­guir mejor entre poetas y emisarios culturales.

Otro de los pecadillos monumentales de Fernando Rendón Merino es su oportunismo político al servicio de ideas que sólo hacen daño a Colombia y al partido al cual dice pertenecer. A fin de mantener entre los poetas que invita, la imagen de una Colombia oprimida y violentada desde la misma Casa de Nariño y sin decirles que ha sido él, precisamente, uno de los mejor favorecidos desde la creación del Ministerio de Cultura, les ofrece, como única salida y cura de la guerra que vivimos, la esperanza de que las FARC-EP triunfen ese remoto día de San Blando que no tendrá cuando, mediante todas las formas de lucha contra el estado y la población civil, incluidas las variantes del secuestro político, el secuestro extorsivo, el ataque con pipas de gas a las estaciones de policía y las escuelas y pueblos inermes, y la prisión perpetua en las selvas de más de tres mil inocentes, entre mujeres, niños y ancianos.

Porque Fernando Rendón Merino ha promovido diversos conclaves para fomentar el apoyo a esas tesis, como bien puede comprobarse leyendo en la historia de su festival en su propia página electrónica. Numerosos son los testimonios de poetas y gentes del común que saben que durante los días de los festivales los emisarios de las FARC-EP visitan las habitaciones de los poetas para explicar sus programas y justificar sus actos, y no es difícil saber que los mascarones de proa que hace figurar como poetas en los documentos que emite no son otra cosa que agentes de la misma organización terrorista.

“¿A quién ha servido el Festival de Poesía? ¿A Medellín?” Se preguntaba hace unos años el poeta Rubén Vélez. Y respondía:

Durante los últimos años todos los males de la ciudad se han agravado. Pese a que cientos de poetas de aquí, allá y acullá nos han obsequiado con su poesía, no hemos cobrado ni un centímetro de altura. Ni siquiera ha progresado nuestra musa: durante los últimos años Medellín ha visto nacer un sinnúmero de versos, pero ninguno de ellos es de antologia.

Hace trece años, escribí en el Diario de Caracas y lo repito ahora:15

La sociedad de consumo libró, a cierta poesía, de las contaminaciones de la historia y las ideologías y la convirtió en objeto de mercadeo y sondeos publicitarios. Y ha mutado, de paso, a los poetastros y poetisas -que ascienden de la bulimia a la burocracia estatal- en unos crápulas que asaltan el fisco y las malas conciencias de los gerentes de hoteles y compañías de aviación.

La poesía nunca fue mayoritaria ni necesita serlo. No tuvo agentes bancarios, ni redactores de discursos oficiales, ni cumple setenta años, ni tiene casas donde se den cita los aspirantes a cargos diplomáticos.

Y menos un sindicato de mendigos. Que fue y será minoritaria lo comprueban esos mítines de adoradores de tótems y totemas, que, como ellos, no saben leer ni escribir. Lo que les gusta es recitar cualquier cosa, a lo Bertha Singerman, a media noche, con los ojos retumbando de azabache, ante unos famélicos que deliran por vivir en un Pent House, tener carro con chofer y comer, por fin, a la carta.


Notas

  1. Lírica y política: los espectáculos de poesía en Colombia”.
  2. Digamos Ángela García, Carlos Bedoya, Carlos Enrique Ortiz, Carlos Vázquez, Fabio García, Fernando Cuartas, Fernando Rendón, Gabriel Jaime Caro, J. Arturo Sánchez, Jaime León Castaño, Jairo Guzmán, Javier Naranjo, Jesús Rubén Pasos, John Sosa, Jorge Iván Grisales, Jotamario Arbeláez, Juan Diego Tamayo, Juan Manuel Roca, Juvenal Herrera, Luz Eugenia Sierra, Omar Castillo, Omar Ortiz, Orlando Gallo, Rafael del Castillo Matamoros, Rafael Patiño, Raúl Henao, Sara Beatriz Posada o Wilson Frank.
  3. Léase amigos del poeta Ignacio Escobar en Sin remedio, suscriptores de El Manifiesto o Alternativa, Voz Proletaria, y habituales de El Goce Pagano, Quiebracanto, Café Libro, si en Bogotá; o El Suave, La Bahía, Oro de Múnich con sus revistas de poesíaEl Otro, Grano de Arena, Zócalo, Auriga, Las cigarras, Babele Interregno, reunidos en Poetas en Abril, si en Medellín.
  4. Del Partido Conservador, dos veces alcalde de Medellín, Gobernador de Antioquia, Constituyente de 1991, Ministro de Transporte, Embajador y Senador.
  5. Del Partido Liberal, Alcalde de Medellín y Senador.
  6. Del Partido Conservador, Representante a la Cámara, Senador, Ministro de Comercio Exterior y Embajador.
  7. Del Partido Conservador, Concejal, Presidente del equipo de futbol El Nacional y Alcalde de Medellín.
  8. Del Partido Liberal, Alcalde de Medellín, Secretario de Educación y Rector de la Universidad de Antioquia.
  9. De una cosa llamada Alianza Social Indígena.
  10. Véase: La poesía en la hora de los asesinos, Centro de Exposiciones de Medellín, Mayo 24 de 1989. Publicado en Revista Casa Silva, Bogotá, nº 3, 1989. En Cali, por ejemplo, una fría y mojada noche de Noviembre de 1993, en el Estadio Evangelista Mora, Ma.Me.Ca entregó al gobernador Carlos Holguín Sardi, frente a 7.000 asistentes, una proclama firmada por 35.000 personas que exigía la creación de una Casa de Poesía. Esa noche el coordinador editorial del MD de El Espectador, JMRV hizo estremecer al público con sus poemas al Comandante Papito mientras Orieta Lozano emocionaba al respetable con sus poemas eróticos, uno de ellos titulado La amante, elegido por 6.352 votos para el primer puesto. De tercero quedó el poema de Jotamario Arbeláez, a pesar del fraude y la compra de votos que su campaña y sus amigos Rodríguez Orejuela habían adelantado. Miguel Rash Isla resultó el poeta erótico muerto más celebrado. Pero no todo fue fiesta, porque un señor llamado Carlos Arturo Hoyos, que decía ser poeta, demandó el resultado de la votación, demanda que no ha surtido aún efecto. María Mercedes Carranza dijo “Lo erótico es sensacional”. Y declaró la poesía erótica artículo de primera necesidad al lado de los preservativos y la viagra. El poema de la señorita Lozano dice así: “Soy la que estrenas, la que se abre bien para dar paso su espeso y grueso mar…” Véase Lo erótico fue sensacional de Claudia Patricia Rojas, en El Espectador, Bogotá, Noviembre 6 de 1993.
  11. Quien llegaría con su nadadito de avivato a controlar por una década (al servicio directo de Carranza y Rendón) el suplemento literario de El Espectador, cuyo propietario sería también asesinado por la mafia para militarista.
  12. El verdadero Nadaísta de los nadaístas, (junto a Juan Manuel Roca, Alfredo Sánchez, Diego León Giraldo, Armando Romero, Alberto Escobar, Humberto Navarro, Darío Lemos, Jaime Espinel y Guillermo Trujillo], es decir un camelo, cuyas “huellas digitales no conducen a parte alguna”, Premio Oveja Negra y Golpe de Dados, biógrafo de Rojas Pinilla, dueño de la Casa del Nadaísmo financiada con dineros públicos asignados por el Congreso de Colombia, ministro de cultura del Gobernador de Cundinamarca David Aljure Ramírez, (condenado por la Corte Suprema de Justicia a una siete años de cárcel y una multa de más de mil millones de pesos y la interdicción de sus derechos y funciones públicas por uso indebido de los dineros estatales, entre ellos la contratación de una carretera entre Guaduas y Guaduero, región donde reinó por años un paramilitar, aficionado a la poesía y conocido como El Águila, quien vendió hace poco sus derechos territoriales a otro conocido como El Pájaro), y Goebbels de las rancias campañas políticas de Belisario Betancur, Álvaro Gómez y Andrés Pastrana.
  13. Doctor Imaginario de la Universidad del Valle, Premio de Periodismo Davivienda, Premio a Dedo Limpio del Ministerio de Cultura, Premio Permanente del Banco de la República, Premio Nacional de Novela Palacio de Justicia, Terremoto de Popayán y Avalancha de Armero, Representante Indeclinable del Ministerio de Cultura en las Ferias Mundiales de Libro, Premio Universidad de Antioquia, Premio Ramón Cote Baraibar para Antologías y Enciclopedias, Tallerista Vitalicio de Casa Silva, Carranza & Valderrama.
  14. Un balance con bemoles, El Colombiano, Medellín, 26 de Junio de 1999.
  15. Véase: Hamelnitas, poetisas y otras flautas, Domingo, Febrero 27 de 1994.