(For once the Rio de la Plata is right)
I
The frog of a sudden travels the annual direction.
Above the lacustrine star I could see on the fir tree
the ebony light until speed would decide it.
Today we speak of the example’s tragic meaning,
that other moment of the beef breathing accordingly.
As we say, the meat and the cost pierced, and
a knife is found, there’s a special squeal.
And at present, when will the words cease to be?
II
Breathing, the air answers.
A blessing for the wounded to come alone.
Air, the domain of Aries, may it long endure.
He conquers the requisite labyrinth with words,
the echo that never sings with music.
With evening the shadow knocks at fleeting
time, the flash at the apogee, abode
of dryness to call it a glance. The world
falls silent as soon as it falls, and here,
hibiscus and guinea pigs, are the echoes one would hope for.
III
It’s through appearances that the landscape thinks
but they allow it to see: they bow to the adjective,
trembling before the farmhouse dove,
seeds, vipers and beams of light in a yard.
With whom do they present to the roundabout
an iceflow, the invisible vision reborn,
the herd a patchwork of animals,
the precise prairie thrilled by the social
displayed in the act of more being born.
A glowing cavity that ideas give to the
indecision of cedars and nard
arranging the reliefs with a river.
It’s healthy then to cease knowing, or
who hearing it will write of life?
IV
The ephemeral efigy justifies the end,
almost an anguish of senses in the brow.
At the advent of wind the field senses
a bale and a sheep bleats in April.
Things pass away, even if, without apology,
an idea is born in one of the heavens.
Given space it strays from sunset and
trembles with faintness in the nuptial valve.
Like the valve of labarums and a guide,
a beach for the bird of birthdays
though the cleared field enchants someone.
The braying spoke of wolves, the exile’s
iris of the idea that they gave it:
this nature hasn’t been because yes.
(Nothing, nor can it be known afterwards,
all the rest will one day be worth it.)
V
But now is what desire would say,
and it will say that it’s good to live so low.
It puts names to the change of greenery,
places a coin to join a pony
and a hummingbird burdened with energy.
Together: a bee and a shortcut for crowds.
Together, metaphor and taffeta, abyssinian
amphibian dividing the ruby.
How happy are they who say nothing at all,
how infamous those who trust in easy fate.
The mushroom of the plains sleeps in them,
comfort for the age of southerners.
The voice goes off to meet the sign,
the dinosaur thinks in the usual way.
The eye warbles: contemplation
is a dialogue with silence.
Naturaleza, lecciÓn del contemplante
(Por una vez el Río de la Plata tiene razón)
I
La rana recorre la recta anual, tan de repente.
Sobre el astro lacustre la luz hecha de ébanos
veía al abeto hasta que la velocidad lo decida.
Hoy se habla del sentido trágico del ejemplo,
ese otro minuto de res respirando a propósito.
Cómo decir, la carne y el costo atravesado, se
encuentra cuchillo, hayan un chillido especial.
Y ahora: ¿cuándo las palabras dejarán de ser?
II
En la respiración, la respuesta del aire.
Herido sirve al bien cuando viene solo.
Aire, país de Aries, hará que esto dure.
Con el habla vence al laberinto debido,
con la música al eco que nunca canta.
Toca con la tarde el tenebro al tiempo
que es tan poco, resplandor en apogeo,
morada de la aridez a llamarla mirada.
El mundo dura quieto en cuanto cabe y
aquí, ibiscus y cuis, ecos como querría.
III
Piensa el paisaje por las apariencias
pero las deja ojear: al adjetivo bajan,
a la torcaza en el caserío estremecen,
semillas, yararás y rayos a una yarda.
Con quienes un témpano entregan a
la redoma renace la visión invisible,
bien hilvana el rebaño a las bestias,
la estepa que atina trina en lo social
asomando a la manera de nacer más.
Lumínica cavidad que ideas da a la
indecisión de los cedros o del nardo
ordenando con un río las orografías.
Entonces es sano cesar de saber, ¿o
quién escribiría de la vida al oírla?
IV
Justifica el final la efímera efigie,
casi un ansia de sentidos a la sien.
Siente el ámbito al venir al viento
una bala y una oveja bala en abril.
Pasan cosas, aunque sin causas sea
nacida la idea en uno de los cielos.
Por capaz se aparta del atardecer y
tiembla de blanda la valva nupcial.
Valva como de lábaros y baqueano,
playa para el ave de los aniversarios
aunque encante en quién la capuera.
De lobos hablaba el rebuzno, el iris
del desterrado de la idea que le dan:
esta naturaleza no ha sido porque sí.
(Nada, ni después puede ser sabido,
todo lo demás alguna vez lo valdrá)
V
Pero ahora es lo que diría el deseo,
y dirá que está bien vivir tan abajo.
Pone nombres a cambio del verdor,
una moneda pone para unir al pony
con el colibrí abrumado por el brío.
Juntos: abeja y atajo de enjambres.
Juntos, metáfora y tafetán, anfibio
de los abisinios dividiendo al rubí.
Tan felices que nada de todo dirán,
tan ínfimos confiados al hado fácil.
Sueña en ellos la callampa llanera,
holgura para la era de los sureños.
Va la voz al encuentro del indicio,
piensa la sauria en el uso resuelto.
El ojo gorjea: la contemplación
es un diálogo con el silencio.
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